El pasado 20 de mayo, en plena crisis de la pandemia por la COVID19, la Unión Europea presentó su Comunicación «Farm to fork» (De la granja a la mesa). Se trata de un documento político que ha sido criticado por gran parte del sector primario, porque se ha lanzado sin basarse en estudios ni análisis y en un momento poco adecuado. Por lo tanto, se puede considerar más como una carta a los Reyes Magos de la Comisión en la que, como si fueran niños, por pedir, que no quede, pero luego llegará lo que llegue, [aunque seguro que llega algo].

Este documento se complementa con la Estrategia para la Biodiversidad 2030 y juntos son dos de los informes del Pacto Verde o «Green Deal», con los que la actual presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, pretende pintar de verde su mandato.

El «Farm to fork» cayó como un jarro de agua fría sobre los representantes del sector primario europeo (también el español) quienes echaron en falta un mayor conocimiento de la situación de la agricultura y un mayor peso del actual comisario del ramo, el polaco Janusz Wojciechowski (ya que la iniciativa ha sido redactada y presentada por las comisiones de Salud y Seguridad Alimentaria y por la de Medio Ambiente, Océanos y Pesca).

Lo que está claro es que la comunicación «Farm to Fork», aunque va en la línea del tradicional reverdecimiento de la Política Agraria Común, va a condicionar el futuro de la misma, tanto en cuanto a sus medidas como en su calendario.

Objetivos

Los principales objetivos marcados por la estrategia “De la granja a la mesa” son: garantizar alimentos saludables y asequibles, combatir el cambio climático, proteger el medio ambiente, conseguir un rendimiento económico más justo en la cadena alimentaria y reforzar la agricultura ecológica. Objetivos que, al tenerse que implementar en la próxima PAC post-2020, condicionará su desarrollo y su calendario, de manera que en lugar de comenzar en 2022 se iniciará en enero de 2023, tal y como comentó el secretario general de Agricultura, Fernando Miranda, en un webinar sobre esta estrategia organizado por la Asociación de Economistas Agroalimentarios de España.

Según el funcionario de la Comisión de Agricultura, Ramón Ricard, otra de las consecuencias más importantes del “Farm to Fork” será que «Europa va a exigir a las producciones agrarias de terceros países que cumplan los mismos requisitos de producción que la Unión Europea», cumplimiento que durante décadas han reclamado los agricultores y ganaderos comunitarios, y que puede dar pie a que se entienda como una medida de proteccionismo europeo. (Dicha afirmación se puede escuchar en el webinar apuntado anteriormente o en este otro sobre «De la granja a la mesa» y la «Estrategia 2030» organizado por Cooperativas Agroalimentarias de España).

Quizá lo más llamativo es que la Comisión Europea establece unas aspiraciones muy concretas y se fija que en 2030 los alimentos que se comercialicen en sus estados miembro utilicen la mitad de plaguicidas químicos y un 20% de fertilizantes menos; que los ganaderos usen un 50% menos de antibióticos y que la producción ecológica suponga el 25% de la extensión agrícola de la Unión (actualmente se ha alcanzado en un 12%).

En este punto es donde los profesionales del sector no entienden cómo el ejecutivo comunitario se ha atrevido a establecer estas metas sin analizar la situación actual, sin prever las consecuencias productivas, económicas y sociales que pueden provocar en la producción de alimentos y sin establecer un año concreto de referencia a partir del cual se comiencen a aplicar dichas limitaciones.

Por ello, tras la presentación por parte de la Comisión Europea de esta carta a los Reyes Magos lo que ahora queda pendiente es analizarla, estudiarla, debatirla y aproximarla a la realidad, tarea que se realizará en los próximos meses en el Parlamento Europeo y en otras instituciones comunitarias. Al tiempo que se termina de concretar la PAC post-2020 y se diseñan los 27 planes estratégicos para cada estado miembro.

La Unión Europea se ha planteado el loable objetivo de ser la parte del mundo que más medidas toma para frenar el cambio climático. Con el Pacto Verde y el «Farm to Fork» ya ha puesto la primera piedra del camino. ¿De qué manera afectará a sus ciudadanos? ¿Climáticamente, será suficiente cuando otras potencias económicas mundiales miran para otro lado? ¿En qué medida la crisis generada por la pandemia de la COVID19 dificultará este proceso? Muchas preguntas que se irán desvelando en los próximos años.

Escrito por Elisa Plumed

Periodista especializada en agricultura y alimentación.

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